El tiempo se paró durante seis segundos, los seis segundos más intensos de los últimos días, de las últimas semanas.
Aquella noche sólo buscaba evadirme, salir de la rutina, dejar a un lado problemas, obligaciones y preocupaciones, simplemente para disfrutar de la noche, de la música.
Quise salir a darme un respiro, a tomar el aire, a disfrutar de la brisa de la noche, y fue entonces cuando todo cambió.
Dos miradas que se cruzan, y el tiempo se paró durante seis segundos, seis inolvidables segundos.
Absolutamente embaucado y, sin poder ni querer, retirar la mirada, un ángel pasó, como caído del cielo, y sus ojos me miraron.
Preso de su mirada, incapaz de reaccionar, quise detener el tiempo, hubiese dado cualquier cosa por ello, pero sólo se paró durante seis segundos.
Respiración cortada, pensamiento anulado, rendición absoluta, era ya demasiado tarde para evitarlo.
Respiración cortada, pensamiento anulado, rendición absoluta, era ya demasiado tarde para evitarlo.
Durante ese pequeño instante, eterno en mis recuerdos, sólo vi esos ojos, mientras su sonrisa atravesaba todas las barreras hasta llegar a lo más profundo de mi alma.
No la vi llegar, pero una vez allí supe, y se, que esa huella no desaparecerá jamás, no caerá en el olvido. Ni la espada más afilada es capaz de atravesar el alma como la sonrisa de aquel ángel.
El tiempo se paró durante seis segundos, tan sólo seis segundos…
